-Vivo en la casa que hay a este lado de la alambrada
-¿Ah si? Una vez vi la casa desde lejos, pero a ti no.
-Mi habitación está en el primer piso. Desde allí veo por encima de la alambrada. Por cierto, me llamo Bruno.
-Yo me llamo Shmuel
-¿Cómo dices que te llamas?
-Shmuel
-¿Y tú como dices que te llamas?
-Bruno
-Nunca había oído ese nombre.
-Ni yo el tuyo.
-Me gusta como suena, Shmuel suena como el viento.
-Bruno. Sí, me parece que a mi también me gusta tu nombre, suena como alguien que se frota los brazos para sentir calor.
Y ese fue el comienzo de una gran amistad, una que duró hasta la muerte, literalmente.
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